Con un nudo en la garganta y los sentimientos a flor de piel se dirigía Leonardo hacia las tablas cuando anunciaban los clarines de la plaza de Mérida que "Malencarado" iba a salir al ruedo.
Poco le importaba la tremenda responsabilidad de la tarde, ni los miles de ojos que juzgarían la dimensión de un torero que sigue madurando día a día.
Las lagrimas son la manera que tiene de hablar el alma. y María, con las suyas, lleno el corazón de Leonardo de esa valentía y esa fuerza especial que solo tiene una mujer para mirar a los ojos a los que nadie se atreve. Ojos que pusieron la luz que ayer en Mérida faltaba y que iluminaron la sensacional faena que hizo al de Luis Terrón para cortarle las dos orejas.
¡Va por ti!, por tu amor incondicional, por la sonrisa incansable de las que no se rinden jamas, por lo importante que eres para mi, por la admiración que te tengo, por el cariño que te tengo, y sobre todo porque te quiero.