Faena rotunda y maciza de Leonardo, que pierde las dos orejas con el rejón de muerte.


Faena cumbre de Leonardo cuajando a su toro.





Uno no es figura por casualidad ni porque nadie le haya regalado nada. Uno es figura cuando día a día lo pelea y lo desea de tal forma que, cuando llegan esas tardes donde se pone en valor todo, brota esa verdad donde un torero es capaz de jugársela y pisar los terrenos que "queman". Y hoy Leonardo ha pisado la plaza de toros de Madrid para cuajar de cabo a rabo a un buen toro de Bohórquez.

Una faena maciza, redonda y rotunda donde las haya, sólo malograda con el rejón de muerte.
Eran dos pelonas de ley máxima, como máximo es el compromiso de Leonardo consigo mismo.

Desde que enceló al toro de salida algo distraído, la faena fue a más, y primero con "Despacio" clavando en dos encuentros en los mismos medios y después con "Sol", ese caballo que tiene su alma como su nombre, fue capaz de pasarse el toro desde la frente a la grupa toreando con todo el cuerpo. Lo llevaba cosido al estribo y los tendidos se caían.

Siguió transmitiendo el de Fermín y ya con "Xarope" finalizó la faena poniendo tres cortas al violín.

El desenlace de la faena no fue el que toda la plaza de Madrid estaba deseando para pedir con fuerza las dos orejas. Pinchó y se fue la opción de triunfo. Pero Madrid se fue diciendo "ha estado sensacional"